Javier González Fraga, candidato a vicepresidente por la UCR, define las prioridades económicas. Dibujar una inflación menor al diez por ciento mensual nos ha salido carísimo a los argentinos, dispara el ex presidente del Banco Central. No descarta algún susto del contexto internacional. Propone una reforma impositiva para bajar las retenciones al agro. Reportaje diario La Prensa. www.laprensa.com.ar
Por dos veces director del Banco Central -en los turbulentos años de 1989 y 1990-, Javier González Fraga sorprendió a propios y extraños cuando fue designado como candidato a vicepresidente por la Unión Cívica Radical, acompañando en esta empresa quijotesca a Ricardo Alfonsín. Abanderado de la flotación del dólar, el economista insiste en que si llegan a ser Gobierno bajarán las retenciones al agro, estimulará las exportaciones, ampliarán la asignación universal por hijo y combatirán duramente la inflación. Una muestra, apenas, de todo lo que le explicó a La Prensa a tres meses y medio de las elecciones.
-¿Por qué razón aceptó el desafío de ser candidato a vicepresidente?
-Me han motivado 40 años de preocupación por las cosas públicas. Ver también la imperante necesidad de cambiar la historia de aislamiento del mundo, de retroceso en materia de pobreza, retroceso en inversiones e infraestructura. Creo que este Gobierno, a pesar de las excelentes condiciones internacionales, ha cometido muchos errores.
-¿En cuánto tiempo puede lograrse?
-Va a llevar años, pero cuanto antes se comience, mejor. No tenemos que perder más tiempo ni seguir comiéndonos las reservas que se acumularon hasta el 2005, de todo tipo. Desde la capacidad de producir soja, las reservas del Banco Central, la situación fiscal. Creo que el Gobierno en los últimos cuatro años hizo casi todo mal. A pesar de que la economía sigue creciendo, no es un indicador de que se hayan hecho las cosas bien.
-¿Existe un contraste entre los números de la macroeconomía y la realidad social?
-No sólo la cuestión social. La macroeconomía hace cuatro años tenía superávit mellizos arriba del 3%, y hoy tenemos déficit fiscal y si no hubiera trabas a las importaciones, tendríamos déficit comercial. Hemos logrado deteriorar el sector externo porque hemos prohibido exportaciones de carne, lácteos, hemos volteado la siembra de trigo a la mitad cuando se podría estar exportando por varios miles de millones de dólares. La caída en las exportaciones son producto de los desaciertos del Gobierno. Dibujar una inflación por debajo del 10% nos ha salido carísimo a los argentinos.
ALTA INFLACION
-¿Hay margen para aplicar una política gradual contra la inflación o se debe apelar al shock?
-No estoy de acuerdo con las soluciones violentas porque esas recetas que se aplicaron en los "70, "80 y "90 tienen a la larga un retroceso, una explosión. El mundo ha controlado la inflación sin enfriar la economía. Veamos alrededor nuestro: Perú, Uruguay, Colombia, Chile, todos han bajado gradualmente la inflación, tomándose unos pocos años para ponerla en un dígito.
-¿El contexto internacional continuará siendo favorable al desarrollo argentino?
-Va a seguir ayudando, aunque no descarto pegarnos algún susto. Si mañana hay alguna caída de un banco europeo o si tenemos alzas en las tasas de interés en Estados Unidos, se producirían inmediatamente devaluaciones en los países de la región. Eso traería algún susto para la Argentina. El crecimiento de Brasil hasta instalarse entre las cinco potencias económicas del mundo, y el crecimiento de China incorporando decenas de millones de chinos al mercado, demandando soja de nosotros, eso seguirá así. Nuestro desafío es vender también pollo, lácteos, carne vacuna...
-¿Cree necesario aplicar más valor agregado a las exportaciones?
-Exactamente. Estamos primarizando nuestras exportaciones a un ritmo mucho mayor del que lo hacen otros países.
-Para esto se necesitan inversiones. ¿Cómo se las atrae?
-Necesitamos inversiones y estabilidad en las reglas de juego. Necesitamos previsibilidad. Hoy hay muchísimos capitales que van a Chile, Brasil o Uruguay a instalar industrias de carnes, cerdos, pollos, lácteos, y no vienen acá porque no se sabe qué va a pasar en los próximos años.
MODELO K
-¿Qué lineamientos económicos del actual gobierno mantendrían si ganaran las elecciones?
-Mantendríamos la filosofía de estimular el consumo, de recuperar el equilibrio fiscal y tener bajo nivel de endeudamiento. Muchas de las políticas que estuvieron vigentes hasta el 2005 son muy aceptables para nosotros. Lo que no aceptaríamos es la política de ahuyentar inversiones, de una intervención torpe y autoritaria. No se pueden cambiar leyes por DNU, el tema de autorizar exportaciones de manera arbitraria o de prohibir importaciones en la misma forma. Todo eso crea incertidumbre y los empresarios prefieren subir los precios en lugar de aumentar la producción. No aceptamos esta línea que a través de la inflación genera pobreza.
-¿Conservarían las retenciones en el agro?
-La retención del trigo, que parece que es baja, es altísima porque además le sacan 70 u 80 dólares de una manera muy poco clara por las prohibiciones a exportar. Las retenciones al trigo están cerca del 50%, cuando uno toma el precio que cobra el productor y el del mercado internacional. Esas hay que eliminarlas, como las del maíz. Las de soja hay que bajarlas gradualmente, esa es la propuesta del partido radical que está en el Congreso. Yo sostengo que hay que bajarlas al 8% en un plazo de cuatro años. Esto es posible, pero tiene que darse en un marco de reformas impositivas para asegurarnos no desfinanciar al Estado. El gran desafío es la lucha contra la pobreza, y erradicar la pobreza extrema en un plazo de cuatro años.
-¿Es posible hacerlo en tan corto tiempo?
-Este es el verdadero desafío, no sólo por lo que sufre el que está en esa situación. Sino también porque es un gran negocio incorporar a los pobres al mercado. Hoy Brasil está creciendo por haber incorporado 30 millones de personas al mercado. La industria se está dedicando al consumo elemental de quienes abandonaron la pobreza. También es un logro político, porque la eliminación de la pobreza mejora la democracia y reduce el clientelismo. Queremos universalizar verdaderamente esos beneficios.
-¿No está de acuerdo con la Asignación Universal por Hijo?
-Bueno, es que es asignación por hijo a dedo, no universal. Hay que convencer a un puntero político de que uno lo necesita, entonces inscriben a la persona en una lista. Tendríamos que lograr que cada joven hasta los 18 años tenga derecho a cobrar eso, porque ya lo están cobrando los hijos de los que pagamos impuestos y tenemos trabajo en blanco a través de las asignaciones familiares. Lo que han hecho es generar clientelismo, hay que eliminarlo.
SUBSIDIOS
-¿Cómo se desmantela el mecanismo de los subsidios?
-No con tarifazos, no con medidas violentas. Hay que analizar uno por uno y ver si son regresivos o injustos. Yo le contesto desde mi casa sobre la avenida Figueroa Alcorta, y me da vergüenza decir que pago 16 pesos bimestrales de gas. Pero nada de tarifazos ni cambios bruscos. Es como cuando uno jugaba de chico a los palitos chinos: había que sacarlos de a uno y con cuidado. Son una fuente regresiva, son muy caros fiscalmente y además una fuente de corrupción. Se sabe que detrás de los subsidios hay enormes retornos que financian la política.
-¿Si la UCR es Gobierno, intentarían el retorno al mercado de capitales?
-Hay que retornar al mercado de capitales prudentemente. Países muy sólidos fiscalmente como Chile cada tanto hace emisiones. Es una manera de estar presentes y ver cómo se es recibido en el mundo. El endeudamiento excesivo es condenable, pero hoy estamos cayendo en el extremo opuesto. Tenemos el endeudamiento más bajo de nuestra historia, pero por razones políticas. Hay que volver, pero no para reeditar el festival de bonos. Un endeudamiento del 12% del Producto en dólares, como ocurre ahora con los particulares, me parece bajo. Es la mitad de las reservas. Tenemos que ser un poco más ambiciosos.
-¿Puede devolvérsele la credibilidad al Indec?
-Para mí es una cuestión urgente y a resolver en los primeros 30 días. Y la manera de resolverlo no es llamando a una comisión de expertos, al Fondo Monetario Internacional o a las universidades. Hay que reponer a la gente que estaba y echar a los que llegaron. Y que sea un tema de los que conocieron siempre el Indec y lo manejaron con independencia y altísima estima internacional. Nuestro Indec era un orgullo, fue el precursor en América Latina.
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